El día de hoy, en el marco de la conmemoración del décimo aniversario del Día Internacional de la Niña, ¿cuántas niñas de diez años de edad pueden aspirar a desarrollar su máximo potencial?
La vida de una niña debería comenzar como debería comenzar cualquier otra vida: como un libro abierto en el que pueda escribir su propia historia.
Si a medida que va avanzando en su vida, capítulo por capítulo, se le cultiva, alienta y apoya, tendrá una mayor probabilidad de reconocer que merece oportunidades y opciones, de considerarse una persona valiosa y valorada, de participar en el mundo y aportar sus talentos al mismo.
Porque son estas niñas las que, una vez que crezcan, promulgarán leyes y harán ruido, romperán récords y barreras, inspirarán movimientos e impulsarán el cambio. Desde encabezar protestas a dirigir países, son ellas las que dirán a la siguiente generación de niñas: “’¡Ocupen su espacio! ¡Este mundo también es suyo!”.
No obstante, desde el momento en que una niña respira por primera vez, ya se encuentra en desventaja sencillamente porque nació niña. A escala mundial, la proporción de niñas entre 15 y 19 años que no están empleadas, van a la escuela o reciben capacitación es de casi el doble en comparación con los niños en el mismo grupo de edad.
Sabemos que la pandemia de COVID-19, una serie de conflictos y el cambio climático están aumentando las amenazas que las niñas deben enfrentar. Antes de la pandemia se proyectaba que 100 millones de niñas estaban en riesgo de contraer matrimonio infantil en el curso de los siguientes 10 años; la pobreza derivada de la pandemia y las interrupciones en la educación añadieron 10 millones de niñas más a esa cifra. En el caso de las niñas en entornos humanitarios, estos riesgos son aún mayores.
Debemos actuar con urgencia y compromiso para poner fin al matrimonio infantil. Y debemos atacar su causa raíz: la desigualdad de género. Si todas las niñas concluyeran la educación secundaria, el matrimonio infantil se reduciría en un 66 por ciento. Si invertimos en educación de calidad, garantizamos empleo digno para las mujeres y desmantelamos los estereotipos y las normas de género perjudiciales, podemos darles a las niñas el futuro que merecen.
Estamos logrando avances y existen algunas historias positivas que contar.
En 2021, el Programa Mundial para Poner Fin al Matrimonio Infantil UNFPA-UNICEF y sus socios ayudaron a casi 2.6 millones de niñas y adolescentes a desarrollar habilidades para la vida y recibir educación integral en sexualidad, lo que las empodera para tomar decisiones relacionadas con sus cuerpos y su futuro. Logramos que casi 16 millones de personas participaran en diálogos acerca del matrimonio infantil, los derechos de las adolescentes y la importancia de la igualdad de género. Trabajamos para mejorar el acceso a la educación y a servicios de salud amigables para los y las adolescentes. Y, no obstante, estamos muy lejos de concluir nuestra tarea.
Existen más de 600 millones de niñas y adolescentes en el mundo que tienen esperanzas de prosperar y sueños que quieren hacer realidad. Todos y cada uno de nosotros podemos comprometernos a ser sus aliados y defensores. En vez de hacer a un lado a una niña, debemos dirigir los reflectores hacia ella. En vez de silenciarla, debemos darle un micrófono. Escuchar lo que tiene que decir. Darle la oportunidad de definir el curso de su destino y convertirse en una fuerza de cambio positivo.
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