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Victoria Rovira y Alyssa Pérez

16 Mayo 2016

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No es fácil ser una chica trans en una sociedad como la costarricense. Su identidad de género fue siempre muy clara para ellas, pero totalmente inaceptable para quienes estaban a su alrededor. Victoria y Alyssa lograron dejar atrás todo aquello que las reprimía, sus caminos se cruzaron y hoy  se sienten más empoderadas, con grandes deseos de abrir brechas y de ser aceptadas por quienes son y no por sus apariencias.

“Los primeros 25 años de mi vida fui hombre. Cuando tenía 5 años mi mamá me encontró un día jugando con su maquillaje y me llevó a un psicólogo cristiano, que curaba la homosexualidad. Ya para ese momento me habían hecho saber que lo que yo sentía no estaba bien, el psicólogo me puso una pila de juguetes para niños y otra para niñas, y elegí los juguetes para niño… desde ese momento empecé a reprimirme.

El año pasado  me acepté, empecé a ir a una psicóloga y empecé a sentirme más cómoda, decidí que era suficiente estar viviendo por otra gente y decidí contarle a mi mamá. Reaccionó muy mal y al día de hoy no tenemos contacto. Pienso que he perdido mucho, pero he encontrado demasiado”.

Escuchar la historia de Alyssa es como un despertar a la realidad de la comunidad trans. La cantidad de prejuicios e ideas erróneas que la mayoría tiene acerca de esta población, es tan grande como la discriminación, el dolor y la impotencia que ellas y ellos viven cuando sienten que no calzan en el cuerpo biológico con el que nacieron y con las imposiciones de la sociedad, según el género que te asignan.

“Usted cuando se ve en el espejo siempre ha visto una mujer. Nosotras también”, dice Victoria, quien es la pareja de Alyssa desde hace unos pocos meses. Su historia fue muy diferente, pues aunque su familia sintió un shock cuando ella inició su transición, poco a poco  fueron aceptando su voluntad y apoyándola, incluso para que ella recibiera sus tratamientos hormonales.  “Para mi papá fue muy difícil de aceptar, pero lo hizo y ahora tenemos una relación muy linda. Para mi mamá fue muy duro, es como que ella perdió un hijo, hay todo un proceso de duelo. Mis abuelos no tuvieron problema de tener ahora una nieta”, explica Victoria.

Alyssa siente que una de las cosas que la ayudó fue su trabajo en una empresa transnacional norteamericana, cuyas políticas de respeto a la diversidad son totalmente claras. “El trabajo ha sido increíble, yo empecé mi transición estando ahí y recibí mucho apoyo de mis compañeros”, expresa.

Victoria quiere que se reconozca su talento y sus habilidades, por encima de su apariencia. Ella ha abierto brecha en algunos campos e incluso ha aparecido en varios medios de comunicación, situación que la ha expuesto a toda clase de comentarios por parte de personas usuarias de redes sociales.

“Victoria es la primera persona trans que conozco. La primera vez que leí lo que algunas personas escribieron en redes sociales me sentí deprimida, habían comentarios llenos de odio”, cuenta Alyssa. Ante tales comentarios infundados e ignorantes, Victoria se apresura a decir que ella no lee nada de eso, porque ya lo ha escuchado y sabe lo que muchas personas sienten. “Yo estoy ya más preparada para lidiar con estas situaciones”, explica.

Alyssa piensa a veces que dejó pasar mucho tiempo para lograr expresar su identidad. Pero por otro lado, está clara que las oportunidades que tuvo de aprobar el bachillerato, aprender inglés y sacar una carrera universitaria, le abrieron las puertas que muchas otras chicas trans no han tenido. “Por un lado me arrepiento, pero por otro lado, pienso que si yo hubiera hecho mi transición a los 15 años, estaría en la calle prostituyéndome, que es la única opción que le queda a muchas de ellas, a quienes sus familias echan de la casa”. Según ellas, alrededor de unas 700 trans femeninas son excluidas y discriminadas por la sociedad, y acaban en la calle como trabajadoras sexuales.

Mientras que Victoria sueña con una Costa Rica donde no se les niegue a las personas trans la atención médica por parte de la CCSS, con tratamientos recetados por médicos endocrinólogos, Alyssa sueña con igualdad de oportunidades para el resto de la comunidad.

“Yo quisiera ser mamá, como cualquier mujer, poder llegar a tener un hijo, quiero adoptar. Y sentirme feliz, amada con mi propio cuerpo”, concluye Victoria.

Fotografías: Priscilla Mora Flores, Colectivo Nómada. https://www.facebook.com/fotospriscillamora

Textos: Gabriela Rodríguez Hernández, UNFPA Costa Rica.